—¿Y esto qué es?
—Una casa, pero no como las demás.
—¿Y quién vive acá?
—Alguien que prefiere las paredes llenas, los colores intensos y los objetos con carácter.
—¿Y se puede entrar?
—Claro que sí, pero solo si no buscás nada en particular. Ahí es cuando aparece lo que estabas esperando.
Dicen que en una calle que no figura en los mapas hay una casa donde nada es urgente y todo tiene su lugar, incluso lo inesperado. Una casa en la que cada rincón parece haber sido pensado para una escena de una película que todavía no se filmó. Allí, cada objeto tiene su propio humor, su capricho, su secreto, y los colores no piden permiso para entrar. No todo es útil, pero sí necesario. Dicen que fue construida por alguien con gusto por lo excéntrico y debilidad por las cosas que no hacen falta… pero que hacen que una casa se sienta viva.
Las visitas no son obligatorias, pero quienes entran suelen quedarse más de lo previsto. Algunos salen con un cuadro bajo el brazo, otros con una historia, y los más afortunados… con algo que aún no saben para qué sirve ni dónde van a ponerlo, pero que no pueden dejar atrás, como una melodía que se te queda pegada sin saber de dónde salió.
En La Casa Faure no sabemos si vendemos objetos de decoración o recuerdos futuros.
Gracias por venir, estábamos esperándote.